PADRES, ALUMNOS Y DOCENTES ENFRENTAN LOS RETOS DE ADAPTARSE A LA EDUCACIÓN EN LÍNEA
Manuel Galan
Amador
Artículo tomado del observatorio
de innovación Educativa y el Tecnológico de Monterrey ( Paulette Delgado
2020)
Padres de familia, docentes y
alumnos deben “desaprender” en esta época.
Debido al cierre de escuelas,
oficinas y negocios a raíz de la contingencia por el nuevo coronavirus
(COVID-19), muchos padres de familia, docentes y alumnos se encuentran tratando
de adaptarse a la nueva “rutina” y los retos que implica aprender en línea.
Ante esta situación, es muy importante que los padres y maestros se mantengan
en constante comunicación y encuentren la mejor manera de que sus hijos
continúen aprendiendo desde casa.
Laura K. Reynolds, decana de la
Facultad de Educación, Desempeño Humano y Salud de la Universidad de Carolina
aconseja que, aunque parece que los padres han tomado el rol de
educadores, los maestros deben seguir presentes y mantenerse
conectados tanto como sea posible. La directora incita a los padres a ser
pacientes y evitar disciplinar a sus hijos durante las actividades escolares.
Especialmente si los hijos están acostumbrados a que sus profesores usen
un reforzamiento positivo, más que regaños.
Jacqueline Sperling, psicóloga
clínica, apoya esta idea explicando
que todos estamos pasando por un cambio muy abrupto que puede producir miedo y
ansiedad. Una de las mejores maneras de contrarrestar ese sentimiento de
inseguridad es con consistencia, por ejemplo, si antes una familia tenía una
regla de cuánto tiempo los hijos podían pasar viendo la televisión, esa regla
debería permanecer igual en la medida de lo posible. También invita a los
padres a permitir que sus hijos tengan videollamadas para socializar con sus
amigos para evitar que se sientan solos, aunque tengan cuatro años y sus
conversaciones no tengan sentido, señala. Ambas expertas coinciden en que el uso
de videollamadas puede beneficiar mucho a los alumnos en el tema de socialización.
Por otro lado, Reynolds insiste que
los maestros deben apoyar a los padres de familia y recordarles que hay muchas
formas en que sus hijos aprenden. Los niños pueden aprender mediante
"juegos imaginarios, jugando libremente en el patio trasero, jugar en un
fregadero lleno de agua o garabatear y dibujar”, señala Reynolds. “Cuando
parece que no está sucediendo nada, los procesos cognitivos de los estudiantes
están involucrados y hay un crecimiento y un aprendizaje que están sucediendo”.
Es importante recordar que los niños aprenden jugando y es necesario usar
la imaginación. Una manera creativa de enseñar fracciones, por ejemplo, es
en la cocina al seguir una receta.
Aunque mantener una rutina y
consistencia, es aconsejable, diversos factores como la posibilidad de tener
acceso a la tecnología necesaria, padres de familia ocupados trabajando desde
casa, familiares enfermos y otras diversas circunstancias, intentar implementar
un horario escolar tradicional de manera virtual puede ser imposible. Algo que tanto
papás como alumnos deben “desaprender” en esta época es que no es lo
mismo un horario virtual que uno tradicional. Además de los factores antes
mencionados, el ritmo de aprendizaje a distancia es diferente, dado que la
estructura de un día normal es muy diferente que cuando se está en casa y más
cuando, ante la contingencia, todos los miembros de la familia tienen que
convivir las 24 horas en casa.
En la escuela, los niños y
adolescentes tienen un horario estructurado: la hora del recreo, el tiempo
“perdido” que pasan caminando por los pasillos de la escuela de un aula a otra,
hablando con sus compañeros u otras situaciones que no pasan en un programa
escolar virtual. Entonces, ¿cuánto tiempo deben dedicar los estudiantes al
estudio en casa? La psiquiatra Colette Poole-Boykin aconseja que para saber
cuánto tiempo debería pasar un niño concentrado en una tarea, se debe de multiplicar
la edad del niño por 2 a 5 minutos, y el resultado es la cantidad de
tiempo que pueden mantenerse concentrados. Usando esta regla, la Dra.
Poole-Boykin sugiere que los estudiantes de primaria deben aprender de una a
dos horas al día, los de secundaria de dos a tres horas y los de
bachillerato de tres a cuatro horas al día como máximo.
Otro reto del que se habla poco en
referencia a la educación en línea es que esta modalidad resalta la desigualdad
socioeconómica que viven millones de familias. Lamentablemente, muchos
estudiantes no cuentan con la tecnología, el espacio ni el ambiente necesario
para poder cumplir con sus expectativas académicas. Además de estas barreras,
se encuentra el miedo y la angustia que genera el hecho de que muchos padres de
familia se están quedando sin empleo o familiares se están enfermando o
muriendo.
María del Carmen Morillas es una
madre de familia que vive en su pequeño departamento con cuatro hijas y su
esposo. En entrevista para El Confidencial, comentó
que sus hijas tienen de 11 a 15 años y que sólo tienen una computadora para
todos, lo que dificulta el aprendizaje de sus hijas. Por suerte, les
instalaron el internet hace poco y pueden tener acceso a las lecciones,
comenta. Además, viven en un piso de 60 metros cuadrados, lo que tampoco ayuda
a tener un espacio designado e ideal para aprender. Aún así, sobrellevan la
situación haciendo la mayor parte de las tareas a mano y enviando fotografías a
través del móvil como prueba a sus maestros.
Marta Físico, maestra de secundaria,
comentó en el mismo medio que muchos de sus estudiantes son de clase baja por
lo que algunos no pueden acceder a las clases que da en Google Classroom, pero
algunos se apoyan en el dispositivo móvil de sus papás para cumplir con sus
tareas. Noelia Otero, jefa de estudios de un colegio público dijo para El
Confidencial que un 20 % de sus alumnos son
víctimas de la brecha tecnológica ya que no cuentan con computadora e
internet. Otro reto al que se han enfrentado es que las medidas de emergencia
que se instauraron ante la pandemia del coronavirus, los tomó a todos por
sorpresa, poniendo en evidencia que muchos docentes no tienen las
habilidades tecnológicas y la formación necesaria para enseñar en línea,
así como administraciones escolares que no cuentan con plataformas digitales
idóneas para la enseñanza online. Ante estos retos, muchos educadores
han recurrido a herramientas como Google Classroom para
apoyarse y lograr dar clases a distancia.
Ante todos estos cambios que estamos
viviendo a nivel mundial, se vuelve aún más importante la constante
comunicación y cercanía entre padres de familia, educadores, administradores y
alumnos, para saber cuáles son los retos que están enfrentando y cómo
superarlos juntos. Pero, sobre todo, es importante que tanto padres como docentes
tomen en cuenta que no todo tiene que salir perfecto, que está bien tener días
malos y equivocarse. Todos estamos aprendiendo en este proceso.
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